Como broche final a esta aventura, tuve la fortuna de conocer a una persona excelente. Fue durante el trayecto del centro al aeropuerto, un viaje que duró cuarenta minutos y se hizo tan poco (me quedó la magua de que Javier lo conociera, por que le hubiera encantado, espero narrarlo lo mejor posible). El taxista se llama don Mario el Cubano, lo habíamos conocido en anterior trayecto gracias a que un compañero suyo nos llevara sin pedírselo a una de esas afueras de la ciudad. La casualidad nos lo cruzó. Había quedado con él para mi traslado al aeropuerto y como no sabía si podría cumplir no nos aseguró nada. Pero allí estaba a las menos cuarto, cinco antes de la hora. Me despedí de mi hermano con un fuerte abrazo y un beso, y subí al taxi.
Durante los primeros momentos hablamos de la gastronomía del Perú, que como es poco extensa .........Me contó su procedencia africana, desde sus abuelos y sus padres. Me habló de sus hijas y sus mujeres. Me contó como había llegado a Lima desde su departamento, un pueblo en las montañas. Y cuando ya había un poco de confianza le pregunte directamente; a quien me aseguraba tener sus "primeros setenta años recién cumplidos", cual era el sentido de la vida, y respondió.
....en la costa atlántica
Hace 14 años
No había visto tu blog, menudas aventuras, que envidia.
ResponderEliminarFelicidades por tus andanzas con Javito.
Un saludo. Feliz Navidad.