Todo comienza pasando doce horas en una guagua para llegar a las cuatro y media de la madrugada aun lugar llamado Cotahuasi. Un pueblo que trata de incluirse en el abanico turístico por ser el tercer cañón mas profundo del mundo.
El calor es bastante fuerte y antes de comenzar la aventura nos aseguramos unas "sombrillas" gracias a la sombrerera Manuela. Ni con estos sobreros pasamos desapercibidos, ahora somos "gringos con sombreros".
En el cañón nos adentramos durante seis días de dura caminata pero del que nos llevamos el buen trato de sus gentes, con las que tuvimos la posibilidad de compartir comidas y actividades, como ir a pescar truchas junto a Ramiro, con sus artes de pesca. Y por la noche poder saborearlas en compañía de toda la familia.
El cañón es un vergel de frutas, donde a nadie le falta alimento. Allí donde nace un hilito de agua tienen cultivos. Todo tiene vida, el viento, los arboles, el río y el propio cañón, que sigue su erosión.
La huella de los incas se vislumbra a lo largo de todo el recorrido y muestra la grandeza que tuvo su era. Donde hoy día viven cuarenta o cincuenta familias en total, en la época de los incas tuvo que ser asentamiento para miles de personas, donde la producción era enorme; lo demuestra sus andenes. Tratando de sacar unos pocos metros cuadrados de cultivo en laderas vertiginosas. Las ruinas que quedan son evidente demostración de la capacidad de y conocimientos de la técnica. La gestión de los recursos hidricos, para llevar el agua a todos los puntos.
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